Fabricado por Roberto Cantero Villacastín, el tío Roberto, de 83 años y natural de esta localidad donde aprendió el manejo y algunas tonadas de su padre y de otros intérpretes de la zona. Recoge Manuel Marcos Bandera en su artículo del arrabel en la comarca del Tiétar en la revista Trasierra de 2002 las referencias de melodías y textos y el de otros arrabeleros como Jacinto Alonso Fernández e Hipólito Cantero, tío Poli, de quien aprendió el tío Roberto y que es en la actualidad uno de los últimos interpretes tradicionales del instrumento en esta zona. Indica asimismo en una de sus entrevistas con el músico que “Aún recuerdo -según contaba el señor Roberto- cuando se acercaba la Nochebuena. Un par de meses antes mi padre sacaba el arrabelillo:-¡Venga todos, a cantar junto al fuego!. Como éramos muchos en casa se nos oía bien y a los vecinos les gustaba. Había un hombre que no se movía de su balcón mientras estábamos tocando, ¡no veas cómo le gustaba!. Algunas de las coplas que cantaba tío Poli eran:
Con el arrabelillo
con el arrabel
con el arrabelillo
danos de comer.
Aquella morena,
que va por ahí,
la llamo y la llamo
no quiere venir,
no quiere venir
no quiere bajar
aquella morena
que por allí va.
Tío Roberto olvidó el instrumento durante años a favor del violín, que usaba como era habitual en las rondas de boda y junto a los guitarreros. Andando el tiempo y los recuerdos retomó el toque y algunos sones dejando testimonio del antiguo instrumento. Además empezó hace algún tiempo a fabricarlos, aprovechando la destreza y la fuerza de sus manos que durante años trabajaron el cuero como zapatero. Fabricó éste y otros más con madera de pino resinero y la cuerda y el sedal del arco de las crines de la cola de un mulo o caballo, que amarraba a un arco curvado formado de las varillas de un paraguas y que forraba de cuerda de cáñamo para hacerlo más agradable. Sirvan estas notas como reconocimiento a su trabajo y al colectivo Siempreviva que nos acercó hasta el lugar y nos facilitó que este instrumento pasara a formar parte ahora de la colección de la Fundación Joaquín Díaz.
Esta pieza ha sido adquirida gracias a la colaboración de la Asociación de Amigos de la Fundación Joaquín Díaz.